PRE/JUICIO

PRE/JUICIO Miguel Ángel Avilés Ante su indiferencia, le proferí lo peor. Ella subía las escaleras que conducen al juzgado cuando yo levantaba la cabeza para mirar, distraído, hacia no se qué parte. Pero cerré el libro que leía y me concentré en sus formas que retaban a mis ojos y una esperanza vislumbré cuando sonrió. Incluso me sentí después de que pronunció con frenesí un nombre que no registra mi acta de nacimiento. Mientras ella era ajena a mis alborotos, yo blindé mi autoestima e inventé un desaire. Garbosa entonces ingresó al juzgado y revisó por última vez la promoción que paseaba desde hacía rato en ese fólder. La altivez trajo al descuido y no advirtió las faltas de ortografía, su pésima sintaxis ni mucho menos las omisiones jurídicas que mañana le acarrearán una aclaración verbal en su expediente. Se lo merece: un guiño al menos le hubiera podido absolver de mi eterna maldición pero ella trazó el destino y así pasó lo que pasó. En el devenir del juicio que accio...