Sobre los piropos. Tradición condenada a reglamentación.
COSAS DE TODOS LOS DÍAS.
Sobre los piropos. Tradición condenada a reglamentación.
(Sólo para hombres heterosexuales)
Cuando le preguntaron al actor español Fernando Fernán Gómez si le gustaban
o sentía atractivo por las mujeres cultas respondió que no entendía la
pregunta, que nada tenía que ver una cosa con la otra. Que él siempre se
enamoraba de la mujer más hermosa de la sala. Si había tres mujeres, sentiría
atractivo y enamoramiento por la más hermosa de las tres. Nada tenía que ver
sus grados académicos o que fuera culta.
Entiendo. El hecho de que una mujer sea culta, una magnífica abogada, una
exitosa política, una distinguida ingeniera, ello no la hace hermosa o
atractiva. La hará interesante, podrá tener una personalidad magnética, podrá
ser una persona amena, pero no tendrá más hermosura que la concedida por sus
genes o su cirujano plástico. Claro que me estoy refiriendo al cumplimiento de
los estándares de belleza FEMENINA que marca el entorno social en un lugar y
tiempo determinados.
Pero una mujer culta
puede, además, ser hermosa, o una mujer hermosa puede ser culta.
El Presidente Barack
Obama (de ascendencia Kenyana), está siendo duramente criticado porque se le
ocurrió decir que la Fiscal General del Estado de California, Kamala Harris (de
ascendencia india y jamaiquina), era una mujer brillante, dedicada,
perseverante y “la fiscal general más guapa del país”. (El señalamiento de la
ascendencia internacional es para poner de relieve la composición étnica de un
país que lucha contra la inmigración)
El comentario de Obama
se consideró sexista y de mal gusto por grupos feministas. Personalmente no
creo que Obama tenga mal gusto, porque la Abogada Kamala Harris, es una de las
mujeres más guapas que conozco (cuando menos en fotos).
Pero Obama debe haber
aprendido una lección, que deberá servirnos a todos: Ya no se puede decir
públicamente que una funcionaria, una mujer de éxito es hermosa, porque ello es
una calificación sexista. Calificar la belleza de una mujer pública (política)
públicamente, está prohibido.
Pero el caso es que
las mujeres se están quedando sin piropos.
La reforma de la ley
Federal del Trabajo, trae como específica causal de despido, o de rescisión en
su caso (separación del trabajador por causas imputables al patrón) el acoso
sexual, tanto del patrón hacia el trabajador, como de los trabajadores al
patrón o sus familiares, compañeros de trabajo, clientes y proveedores.
Si decirle a una mujer
que es hermosa se considera una conducta sexista, entonces todo mundo deberá
tener cuidado con sus piropos, ya que pueden ser interpretados como acoso
sexual en un entorno laboral. No se le vaya a ocurrir decirle a su secretaria
“que guapa amaneció”, porque lo podrán interpretar como acoso sexual (calificar
la belleza es sexista), aunque la mujer sea más fea que un beso de Judas y
Usted lo haya hecho para subirle el ánimo.
No malinterprete a las
mujeres. Si usan medias para tornear sus piernas, fajas que suben y acomodan
para redondear caderas, empinar los glúteos y reducir la cintura, tacones altos
para elevar la parte baja posterior de la columna vertebral y aparentar estar
en celo, brassieres con relleno que no se vean en un profundo escote, se pintan la boca de color granate en forma
de beso y se sombrean los ojos para que se vean grandes y soñadores, no lo
hacen para que sienta Usted el golpe de adrenalina en el pecho, para que
circule su sangre a mayor velocidad, llegando en torrentes a partes
innombrables, que se encienda su cerebro y se le tapen los oídos y la lengua se
le inflame y empiece a tartamudear. Antes que nada, si no es su pareja, fíjese
en su entorno. Si el entorno es laboral, respire profundo. Si tiene que hablar
con ella, no mire a sus ojos hasta que su cerebro se acostumbre a verla como
una figura de Picasso. Imagínese que las pupilas están encadenadas a la lámpara
del techo para que no resbale su vista por ése escote, y si tiene que caminar
atrás de ella porque lo guiará a una oficina, no se maree con el movimiento de
ésas caderas en tan ajustado ajuar. Mire las paredes, trate de adivinar el
color de la pintura (blanco pichón, gris marfil, etc.) y calcule los galones de
pintura que se utilizaron. También puede calcular el costo y si se fija en la
textura, quizás pueda determinar si pintaron con brocha, rodillo o pistola.
Cuando esté sentado en
la sala de Juntas, vendrá ésa joven mujer para preguntarle si quiere un
refresco, agua o café. No mire la cortísima falda ni ésa encantadora sonrisa ni
se fije en los perfectos dientes. Sencillamente revise su celular y pida la
bebida.
Pero nunca, bajo
ninguna circunstancia, le diga a ésas mujeres que son guapas, hermosas, que son
un ensueño y que le quitan la respiración, aunque sea una persona que no volverá a ver nunca en su vida.
Después de un tiempo
de práctica de las medidas que recomiendo, verá Usted que no dan resultado. Es imposible. Una mujer bella es una mujer bella,
sea o no profesionista, o abogada, o política. El reconocimiento de la belleza
de la mujer es placentera para ambos. Decirle a una mujer que es bonita, sé que
le gusta, y a mí me gusta decirlo. Sin ser pesado o corriente. Decirlo como
halago, no como propuesta sexual. Aunque en el fondo (lo que no debe
transparentarse) lo que estemos diciendo es que sentimos atracción sexual, la
cual es instintivo y natural.
Pero,
como todo. También defecar es natural y no lo hacemos en cualquier parte. Vea
su entorno y manéjese inteligentemente, para que si es viejo, no quede como
“rabo verde”; si es joven, no quede como “calenturiento”, si es patrón no quede
como “acosador sexual” y asï sucesivamente. Tendremos que esperar que alguien
escriba un tratado al respecto, el cual indiscutiblemente contendrá las
siguientes reglas.
a).- Tenga cuidado al decírselo a una mujer casada delante del marido,
porque es perjudicial para la salud.
b).- Tenga cuidado de decírselo a una mujer cuando usted esté acompañado de
su esposa, porque es más perjudicial para la salud.
c).- Nunca se lo diga a una mujer en exclusiva cuando esté acompañada de
otras mujeres, porque las excluídas lo harán pedazos en sus críticas.
d).- Nunca se lo diga a una secretaria delante de su jefe al que Usted va a
pedir un favor, sin antes cerciorarse de la relación de ésa secretaria con su
jefe, porque el favor no le será concedido, y
e).- Cerciórese de que sea mujer.
Yo, por mi parte,
justifico el error de Barack Obama.
Jesús Hidalgo Contreras/Abril 2013
Estoy de acuerdo con Jesús, la belleza de la mujer es para ponderarse, siempre y cuando no se le falte al respeto y no lleve una segunda intención. Luis G. Corona
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