Pobrecito mi escritorio
COSAS DE TODOS LOS DÍAS.
Pobrecito mi escritorio
Debe ser grave.
No tiene fin.
Engulle todos los días una cantidad enorme, y como si tuviese una grave
disentería se deshace de todo lo que retiene, únicamente para volver a
llenarse, y luego volver a excretar. Se vacía con una exactitud de calendario y
de reloj, pero se llena de nuevo anárquicamente, de día y de noche. No hay días
de descanso. Lo que le llega lo tiene que desmenuzar, contraponer, sopesar,
analizar, para después deshacerse de ello. Hay ocasiones en que es tanto lo que
engulle, que siente que se le doblarán las patas, pero sigue incansablemente.
De que sirve su belleza si nadie puede verla de tanto que lleva encima?
Se contentará con
su suerte? No deseará estar en un salón burgués, en una esquina como punto
focal, donde todos admiren sus formas y desnudez?
Sin embargo ésa
no fue su suerte. Su cruz, hasta el fin de sus días, es ser escritorio de
abogado.
Pobrecito mi
escritorio.
Hermosillo,
Sonora, a 10-sep-12
Jesús Hidalgo
Contreras.
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