La Kory



COSAS DE TODOS LOS DÍAS.
La Kory



Está obesa porque se lastimó una pata en la noche de un quince de septiembre, en que quiso huir del para ella espantoso y  aterrorizante ruido de los cohetes, y le quedó una pata atorada en la puerta de la cochera, lo que le impide correr o caminar largos trechos.
 Dijo el veterinario que el promedio de vida de ésa raza (labrador) es de diez años, y la “Kory” ya los cumplió. Los síntomas de su deterioro físico, serían desórdenes estomacales, y unos pequeños tumorcitos que les crece en las patas (ya sufre de ambos).- Es color chocolate, pero ya parece chocolate con vainilla de tantas canas.
A partir de hace un año, más o menos, le he permitido que entre al portal donde tengo mi taller de carpintería, y a pesar del ruido de taladros y routers, permanece acostada por un lado del banco de trabajo, con la cabeza sobre las patas delanteras, vigilando mis movimientos y dormitando.
Nunca me han gustado los animales dentro de casa, pero, pensando que quizás sean los últimos días de la “Kory”, le he permitido incluso que duerma en lo que llamamos salón de billar.
No sé que pensará el animal de mi cambio de conducta (si es que piensa), pero definitivamente le agrada.
Como nos hacemos compañía todas las tardes, ya nos entendemos mejor. Sabe cuando acercarse sin molestar, moviendo su poderosa cola, buscando que acaricie su testa, apoyándola en mis piernas cuando me ve sentado.
            Yo le estoy muy agradecido pues mi casa nunca ha sufrido ni tan siquiera un intento de robo, pues aunque su raza es pacífica, tiene un ladrido ronco, fuerte e intimidante que puede poner a dudar hasta al más osado. Ha cuidado bien de mi familia. Ha sido la compañía de Norma que la alimenta,  de mis hijos que la tuvieron desde que era una cachorrita y ahora de mis nietos que la ven como una bestia gigante a la que se le pueden jalar las orejas y la cola impunemente. Por eso la veo con más cariño en los últimos días (a pesar de que mi tarea ha sido la de recoger sus excrementos).
            Pero el día de ayer, que se me acercó recargando su cabeza en mi pierna y me asomé al fondo de sus ojos, pude ver algo que verdaderamente me sorprendió. Su mirada era del más puro amor como el que puede brindar un perro, pero había también algo de lástima, y entendí que ella es la que se acerca a mí para hacerme compañía, porque piensa que son MIS últimos días.
De “Las cosas de todos los días”
La “Kory”.
06 de sept/2012
Jesús Hidalgo Contreras.

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