hablando de perros...







Allan Cordova Olivarria
21 de septiembre de 2012 a través de móvil

Hablando de perros. . .
Dedicado a la Roña





Era una tarde de hace 14 años y tocaste a mi puerta, escuché un ruido extraño y ahí estabas, con tu mirada lastimosa, toda sarnosa como implorando ayuda. Debes haber tenido unos 6 meses de edad, te abrí la puerta ante mi enfado, flojera y el ruido irritante que provocaban tus garras en la puerta. Te di de comer, creo que un pedazo de jamón y te cerré la puerta. Me lo has de haber agradecido (supongo) porque ahí te quedaste, como si te sintieras obligada a cuidarme por haberme apiadado de tu hambre.


Pulgas, güinas y sarna tenías en todo tu cuerpo, por más intentos que hice para que te fueras del porche de mi casa ahí te quedaste, firme, como si el haberme apiadado de tu hambre me hubiese convertido en tu dueño.


Te adopté, te quise y me empecé a acostumbrar a tu fiel cariño incondicional, sin pedirme absolutamente nada, solamente mis cariños y mi verborrea chipilona como si fueras un bebe; asumí que tanto cariño lo mínimo que debía es compensarlo con citas esporádicas al veterinario y remedios caseros para la sarna las güinas y las pulgas.


Bastaba con llegar caminando a la puerta de mi casa y gritarte "Roñaaaaa" para que corrieras y llegaras de manera inmediata ante mi presencia, lo cual yo premiaba con mis cariños y mis frases, acariciándote la cabeza y tu sacabas la lengua moviendo la cola en señal de agradecimiento.

Estuviste presente en todos los festejos familiares, mis cumpleaños, Navidades, fiestas patrias, piñatas, velaciones, en mis tristezas, angustias, alegrías, desasosiegos, incluso fuiste la única que recibiste en la casa la llegada de mi hijo, solamente tú estabas en la puerta moviendo la cola como si desbordaras alegría por el nuevo miembro de mi familia.


El día que falleciste te llore como un familiar, como alguien hermanable que me acompañó en una parte de mi vida y un día me dejó; nunca te trunqué la libertad a pesar de que te cuidé. Siempre quise que fueras libre, por lo que aún con un hogar donde habitar seguiste siendo una perra callejera, sin correa y sin ataduras. Eso fue lo que termino matándote, ya que te atropellaron. De haber sabido te hubiera atesorado más. Pensé que siempre estarías ahí. Te enterré en un baldío. Hice un hoyo en la tierra y te acomodé, pensando que merecías un funeral más apropiado a la medida del cariño que me diste en toda tu vida.


Hoy ya no veo tu silueta negra, tu mancha blanca en el pecho, tu corretear y creo que pocas personas en mi paso por esta vida me van a querer como tú lo hiciste.


Te extraño mi Roñita. Hoy a 7 años que te fuiste. Te recuerdo con la seguridad que el amor y el cariño incondicional no es propio de los humanos.


http://www.facebook.com/messages/allan.cordovaolivarria

Comentarios

Entradas más populares de este blog

"Los Parias", de Salvador Díaz Mirón.

Discurso de graduación 73/78 Lic. en Derecho

Recuerdos de mi niñez